jueves, 21 de julio de 2011

CUENTO: INTIMIDAD VICTORIANA

Siento curiosidad…
Siento curiosidad de saber lo que es una mujer con estilo victoriano.
Fue así que mi deseo de tantos años, hicieron que mi mente tan ávida de preguntas y buscadora de respuestas por naturaleza, sucumbiera en esta pequeña historia.

Casi por error o por mi torpeza, una noche queriendo entrar a mi departamento, me equivoqué de puerta al querer abrir la que en realidad, era la de mi vecina…
Al no encajar la llave en la cerradura, me percaté de semejante situación y en menos de un segundo, me corrí unos metros para abrir mi puerta, advirtiendo en ese momento que eran exactamente iguales!
Estaba muy confundido, no obstante sonreía interiormente y me repetía lo tonto que había sido…
Una vez abierta mi puerta y disponiéndome a entrar, mi vecina se asomó y sin titubear me preguntó si necesitaba algo….
Realmente no supe que decir.
Me invadió la vergüenza y no encontraba en mi cerebro,  una salida rápida a esa situación tan incómoda.
Solo atiné a decir: Hola…disculpame.
Y ante una sonrisa picarezca de su parte, logré distenderme.
Me respondió que todo estaba bien,  y que no había problemas.
Grande fue mi sorpresa al percatarme que debajo de su bata de raso negro llevaba un camisolín rosado, con ribetes grises.
Su cabello recogido...al mejor estilo europeo de época, con esos lazos de rulos cayendo por los costados de su blanquecina garganta… hacían que mis manos se tentaran en soltar ese peinado sostenido por una peineta de marfil labrada, para imaginármelo todo suelto y libre...acariciando suavemente su bella espalda…
Cuando ella advirtió que no podía dejar de mirarla, se disculpó por estar así vestida.
Le dije que no se preocupara en absoluto, al contrario, era ella la que me estaba complaciendo en algo que desde hace tiempo estaba buscando… una imagen victoriana.
Por supuesto que ella se rió de lo que le decía, pero en definitiva terminó reconociendo que ése era su estilo y que prefería estar y sentirse así desde adentro para afuera, como si fuese una forma de vivir una moda de manera apasionada…
Le comenté la curiosidad que despertaba en mi su estilo, y le dije que esperaba que algún día me contara un poco más al respecto de esta moda de algún tiempo atrás.
Accedió a mi pedido y nos prometimos, entre risas de pasillo, un café luego de cenar.
Eran ya las diez de la noche, tomé una caja de bombones que reservaba para ocasiones especiales y me envalentoné hacia el pasillo rumbo a su puerta.
No quise prender la luz del pallier.
Preferí estar en penumbras cuando ella apareciera…
Toqué muy despacio su puerta a la espera de una imagen que mis ojos añoraban…
Al abrir, el resplandor de la luz a sus espaldas hizo que ante mi, apareciera una imagen cuasi angelical.
La saludé con un beso muy tímido y entré a su “pequeño palacio” exquisitamente decorado.
Solo ella podía darle ese toque tan especial.
Demás está contarles la belleza de los candelabros, alfombras y cortinas… fineza y elegancia por doquier.
Su riquísimo perfume inundaba todo el living, poniendo mis sentidos a flor de piel.
Le entregué los bombones y amablemente me acompañó hasta unos hermosos sillones de madera tallada y tapicería de terciopelo rojo, para tomar humeantes cafés que, con sus ondulantes vapores, incitaban a una sobremesa más que especial.
Le propuse escuchar música, a lo que ella respondió que estaba en mis manos eligir lo que considerara mejor para la ocasión.
Con una melodía romántica de piano y violines, regresé al sillón para sentarme nuevamente junto a ella.
La charla era agradable y divertida. Aún entre risas y bromas no podía dejar de imaginarme ese perfume francés en su piel de durazno, e intuir cómo estaría vestida interiormente.
Debo confesar que mi  imaginación, con cada minuto que pasaba se agigantaba.
Con cada sonrisa de ella, encontraba la oportunidad justa para acercarme cada vez más.
Al fin le propuse que se soltara el cabello. Y tal como lo imaginé, caía sobre sus hombros y cubría casi la totalidad de su espalda.
La docilidad y brillo de esos bucles danzando sobre sus hombros,  me dejaron relajado de placer…
Se acercó a mi diciendo que quería escuchar un poco más sobre mi famosa “fantasía victoriana”.
Por supuesto que accedí, contándole que fantaseaba estar con una mujer distinguida,  que llevara ese estilo que consideraba muy femenino y sofisticado, cargado de sensualidad y erotismo. Que me apasionaban ciertos detalles como las transparencias acompañadas de cintas, encajes y bordados. Que en una bella mujer como ella, el estilo encajaba a la perfección….
 Sintiéndose halagada por mis palabras, se acercó a mi y sus brazos rodearon mi cuello…
Sin perder un segundo más de esta velada tan particular, aproveché el momento para besar sus dulces y suaves labios, rozando delicadamente su lengua con la mía.
Fue algo mágico, como si ambos hubiésemos estado esperando el motivo justo para poder expresarnos con nuestras ansias de tenernos el uno a otro.
La música de fondo y el cálido ambiente provocaron que nuestros cuerpos comenzaran a deshinibirse poco a poco.
Ella en un acto de vehemencia, se sentó al borde del sillón para desabrochar su camisa con sus delicados dedos,  dejando ver un corset negro entrecruzado con cintas rojas, que tan bien dibujaba sus caderas…
A continuación de ese ensayo, aparecieron debajo de ese mágico corset, unas ligas negras de raso con tules y perlas, para terminar sosteniendo unas medias oscuras con dibujos de fantasía…
Sus zapatos eran negros de cuero, con finos tacos altos y suela roja…
El cuadro ya era más que perfecto…
Se puso de pie y me preguntó si era ésta, la tan imaginada intimidad victoriana que yo moría por conocer…?
Ya casi sin palabras, le dije que sí…!! Que era lo que siempre había soñado ver y que ella, por arte del destino, estaba complaciendo mi imagnación y erotizándome a más no poder…
Me puse de pie y sin dudarlo, me quité toda la ropa…
La tomé delicadamente entre mis brazos y continué besándola y saboreándola…
En el intento de buscar más placer, fui desatando ese bello corset para quedarme al fin, extasiado con su precioso cuerpo curvilíneo. Una imagen hermosa y digna portadora de fineza y glamour…
Nos recostamos en el sillón...
El terciopelo rojo resaltaba su blancura...
La suavidad de la tela se confundía con la de su piel sedosa y perfecta…
Nuestros besos iban más allá de los límites de la expresión…
Su mirada apasionada y desafiante y sus delicados movimientos, provocaban en mi… una sumision total.
Ella era la dueña absoluta del momento…
Quisimos más y encontramos mucho más…
Nuestros cuerpos sudorosos y exitados se agitaban desenfrenadamente y juntos, arribamos al máximo placer.
Luego de pasar esa marea eterna de amor, quedamos recostados los dos, apaciguando el fuego de aquella hermosa noche de lujuria y pasión…
Por la consecuencia de buscar y conseguir, lo que es una mujer con “Intimidad Victoriana”…me encontré con este relato…
Junto a un puñado de palabras, remonté mi inagotable imaginación…
Y por la gracia que me da la libertad de un papel,pude escribir… una parte de mi ilusión….



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